Una marea humana de camisetas celestes y blancas rodea casi por completo la sede de la Liga Tucumana de Fútbol. Atlético Tucumán se enfrenta mañana a Boca por los 16avos de final de la Copa Argentina, y nadie -pero nadie- quiere quedarse afuera. Todos quieren ir a Santiago del Estero
Desde las cuatro de la tarde de ayer, Ricardo, de 42 años, marcó el territorio con una reposera. "El primero", dicen todos. Y sí: fue el primero de una fila que serpentea por más de 550 metros. Da toda la vuelta a la manzana: va por Sarmiento, dobla por Laprida, sigue por España, toma Virgen de la Merced y vuelve al punto de partida. Todo, para lograr uno de los 6.250 boletos habilitados: 5.000 populares y 1.250 plateas. La venta arrancó oficialmente a las 9, pero el fervor no entiende de horarios.
En la larga vigilia, se juegan más que entradas. Se apuestan resultados, se desafían permisos laborales y hasta se tensan relaciones familiares. Cada hincha solo puede comprar tres entradas si lleva la credencial de socios.
“Para mí ganamos 2 a 0”, asegura sin pestañear uno de los presentes a LA GACETA, mientras sostiene un mate recién lavado. Otro, agrega: “Los bosteros están con miedo”. Se nota que el aire está cargado de ilusión. Muchos -sí, muchos-pasaron la noche como pudieron. Algunos en sillas plegables. Otros, sin dormir. “No se duerme, se aguanta”, dicen los hinchas.
No todo es fiesta
No todos están de fiesta. Algunos padres y docentes de escuelas cercanas, como la Comercio o Santa Catalina, expresan sus molestias por la congestión, el ruido y el consumo de alcohol en plena mañana. Dos mundos paralelos: el del deber y el del deseo. El del aula y el de la pasión.
Ahora, ¿por qué no hubo venta online para Atlético, cuando sí la hubo para los hinchas de Boca? La pregunta queda flotando, sin respuesta clara. Se dice que lo decide la organización de Copa Argentina, que lo ejecuta la AFA. ¿Y los clubes? Parece que no tienen demasiada voz.
Mientras tanto, a esta hora, la fila se extiende. Algunos se abrazan al termo, otros al sueño de una entrada. Pero todos -sin excepción- sueñan con lo mismo: ver al Decano ganarle a Boca.